Dirigir los esfuerzos de una corporación a sólo un objetivo económico puede estar dejando de lado lo que ya no es una moda sino una necesidad: la ética empresarial.

Sara Barajas Cortés, investigadora especializada en finanzas corporativas, define este concepto como el conjunto  de principios y normas que rigen las actividades que desempeñan tanto empleados como directivos, y que generan responsabilidades y beneficios para todos los involucrados en la organización.

La investigadora considera a la ética empresarial como un activo intangible, “el alma de la empresa, lo que la inspira a ser creativa, que guía sus actos y  provoca el deseo de ser reconocida y anhelada por inversionistas, empleados y clientes”.

Según la firma PwC (PriceWaterhouseCoopers), la pérdida del componente ético supone para cualquier compañía una condena segura hacia la desaparición. “Si la reputación de un producto se merma, si una marca pierde prestigio, si la corporación se mancha resultará muy complicado limpiar su imagen”.

En una compañía, el robo hormiga, la discriminación, promesas falsas a los clientes, daño al medio ambiente, sobornos, fraudes, falta de transparencia y ausencia de un buen gobierno corporativo se traducen en pésimo servicio al cliente, malos productos o servicios e incoherencia entre lo que se dice y se hace. Al mismo tiempo, se reducen las ventas, se pierde clientes y hay rechazo por parte de proveedores. 

Lo trascendente es preservar los valores fundamentales de una organización: igualdad, eficiencia, libertad, diálogo, honestidad, lealtad, integridad, innovación, calidad, respeto por el individuo y solidaridad. 

Beneficios de actuar con ética empresarial

Pequeñas y grandes empresas que implantan un código de ética obtienen resultados positivos. A continuación mencionamos algunos de ellos:

• Genera ventajas competitivas, ya que por medio de la ética se pueden atraer clientes y talento humano de primer nivel, y se crea fidelidad en este último.
• Las empresas que ponen en práctica un código ético pensando en la persona, su contribución a la sociedad y el cuidado al medio ambiente pueden mejorar la calidad de vida de los trabajadores y la comunidad que le rodea.
• Los valores éticos se traducen en un valor económico tangible, pues ayudan a la compañía a alcanzar objetivos como: productividad, calidad, credibilidad y prestigio en la comunidad. 
• Las organizaciones unidas por valores, normas y experiencias compartidas por sus integrantes tendrán un marcado concepto de identidad y la sociedad les otorgará mayor confianza a ellas y a sus productos. Y con ello vendrá: mayor demanda de sus productos, oportunidades de fusión, crecimiento, mejores utilidades y mayor precio para sus acciones y, en general, mejoras económicas para sus accionistas y sus empleados.
• La ética crea, incrementa y preserva el valor de una empresa. Los inversionistas buscan invertir en organizaciones que son confiables, donde sus dirigentes y colaboradores son íntegros. 
• Una estrategia de ética disminuye la rotación de personal, mejora el ambiente laboral y minimiza los fraudes y los conflictos de interés.
• Contribuye a construir el concepto empresarial de calidad total.

Cómo elaborar un código de ética

No existe una redacción estándar para un código de ética. De acuerdo con la firma Deloitte,  cada organización debe desarrollar la que se adapte a las necesidades de su personal según la definición de los comportamientos esperados y la consideración de los riesgos, retos y costumbres de los países en los que opera, así como para adecuarse a su industria y situación específicas. Deloitte recomienda algunos puntos básicos para elaborar un código de ética:

• El lenguaje debe ser simple, conciso y fácilmente comprendido por todos los empleados. Debe implantarse una estrategia de comunicación para darlo a conocer a profundidad.
• El código no debe ser autoritario –utilizando palabras como “se prohíbe”-, sino expresar los comportamientos esperados 
•  El código debe de aplicar para todos los empleados y su alcance debe ser global. 
• El código debe ser escrito, revisado y editado por un equipo multidisciplinario para que sea congruente con otras políticas y comunicaciones corporativas, y al mismo tiempo considere áreas de riesgo relevantes, tenga la aceptación en la organización y represente su cultura. 
• El código debe revisarse y actualizarse según sea apropiado cuando haya cambios de negocios y regulatorios.

Los estatutos del código deben abarcar todos los departamentos de la empresa. Algunos ejemplos de los temas que puede incluir el conjunto normativo son: relaciones y confidencialidad con clientes, proveedores, vendedores y contratistas; conflictos de interés, discriminación, diversidad e inclusión, prácticas de empleo (igualdad de oportunidades), medio ambiente, relaciones familiares y personales, uso de recursos de la compañía, finanzas, producción, distribución y almacenaje, actividades comunitarias; regalos, gratificaciones y favores para (de) clientes, proveedores, vendedores, contratistas y empleados gubernamentales.